Primero tenemos que recordar que el camino a la salvación es por gracia, y no por ley; y que los principios que obran en la gracia son los opuestos a los que operan en la ley, como ya vimos en el capítulo anterior. Pero esta no es la historia completa. Para poder entender precisamente lo que ocurre en la justificación, tenemos que recordar que la ley no es solamente mandamientos sino castigos también. Ya no hay ninguna manera por lo cual el pecador puede estar bien con la ley (es decir, justificado)
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